Un importante fabricante mundial de automóviles está desarrollando vehículos eléctricos y necesita probar rigurosamente módulos de propulsión eléctrica. En su centro técnico se centran en probar los componentes en condiciones reales para garantizar su rendimiento, seguridad y longevidad. El reto concreto consistía en someter estos módulos a pruebas de choque térmico -fluctuaciones de temperatura rápidas y extremas- para detectar posibles deficiencias en el material o el diseño.
Dada la escala de sus operaciones y el papel fundamental que desempeñan los módulos de accionamiento eléctrico en la funcionalidad general de los vehículos eléctricos, el fabricante de automóviles necesitaba una solución de pruebas que pudiera soportar una carga de prueba de 880 libras y mantener un estricto control ambiental. La cámara tenía que simular el frío y el calor extremos de forma rápida, constante y fiable para acelerar los ciclos de prueba de los productos.